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Adolescencia y cosas de casa. Cómo lograr que el adolescente colabore en el hogar.

En la adolescencia no nos importan las mismas cosas que en la adultez

En la adolescencia no nos importan las mismas cosas que en la adultez
En la adolescencia no nos importan las mismas cosas que en la adultez

¿Por qué cuesta tanto que el adolescente colabore en casa? ¿Qué ocurre en la adolescencia para que se desvinculen de forma tan pasmosa de lo que también es suyo? ¿Están en rebeldía? ¿Buscan su propia identidad y eso pasa por rechazar cualquier cosa que tú les sugieras desde la adultez? ¿No les importa un pimiento todo lo que tenga que ver con la responsabilidad?

Probablemente todo sea verdad. Veamos algunas claves:

Los adolescentes no tienen las mismas necesidades y prioridades que tú

Asumámoslo, en la adolescencia los conceptos de importante y urgente se fusionan hasta ser lo mismo. De esta manera, si salir con mis amigos es lo importante, también será lo urgente. No importará si mi madre o mi padre me han dicho que antes de salir (lo importante) debo tener mi cuarto arreglado (lo urgente). Esto sólo es una necesidad y una diferenciación que pertenece al mundo adulto.

En la adolescencia, el cerebro no está acabado de hacer

El lóbulo prefrontal, que es la estructura cerebral que nos aporta más madurez, aún no está acabada de hacer
El lóbulo prefrontal, que es la estructura cerebral que nos aporta más madurez, aún no está acabada de hacer

Lo anteriormente mencionado tiene que ver con esto. El lóbulo prefrontal, que es la estructura cerebral que nos hace más adultos, aún no está acabado de hacer. Evolutivamente (como especie) es el que más tardó en fabricarse, y lo mismo ocurre con la madurez de una persona. De todas las estructuras cerebrales, es el que primero comienza a hacerse y el último que termina. Y si es en el lóbulo prefrontal gracias al cual tenemos funciones como la inhibición, el sentido común o la capacidad de organización y anticipación de consecuencias (entre otras), podemos entender el porqué en la adolescencia aún no existe todo esto. Dicho de otro modo, muchas veces le vamos a pedir cosas para las que el adolescente no está preparado.

Están buscando su propia identidad

En la adolescencia buscamos nuestra propia identidad para diferenciarnos de los individuos del grupo de referencia, necesidad que cohabita en la misma intensidad con la de pertenecer a un grupo de iguales. Así, el adolescente quiere ser diferente y todo lo que tiene a mano es lo que tú como padre y madre les has enseñado, lo que colisiona frontalmente con no querer parecerse a vosotros. Es ahí donde observamos una de las fuentes más grandes de conflicto interno que se sufrimos en la adolescencia.

Todo sistema excesivamente rígido genera rebelión

Si como adulto tus normas y rutinas son muy estrictas puedes caer en el gravísimo error de transmitirle al adolescente exigencias muy elevadas o la idea de que haga lo que haga nunca es suficiente. Esa cama que está hecha pero tiene arrugas, y tú señalas las arrugas. Ese lavavajillas puesto, pero se han quedado algunos platos fuera por olvido, y tu atención se va a ellos. Esa ropa guardada en el armario, pero a destiempo, y tú reprendes el destiempo. Si esto es así de forma reiterada, al final el adolescente va a rebelarse como tú te rebelarías ante una dictadura (que un sistema rígido por definición).

Pero… no está todo perdido. Algunos consejos:

Refuerza cada pequeño detalle, genera expectativas realistas y no te muestres excesivamente rígido en las normas de casa... Son algunas de las pautas claves para lograr conectar con el cerebro del adolescente
Refuerza cada pequeño detalle, genera expectativas realistas y no te muestres excesivamente rígido en las normas de casa… Son algunas de las pautas claves para lograr conectar con el cerebro del adolescente

– Pídele cosas que para él/ella tengan sentido y que tengan que ver con sus cosas.

– Primero cosas pequeñas y poco a poco ve ampliando. No pretendas qe de un día para otro haga todo lo que tú haces, que además lo haga excelentemente y que además lo haga por iniciativa propia. Eso no va a pasar… NUNCA.

– Refuerza positivamente el hecho y no la excelencia.

– Pídeselo por favor, recuerda que es una necesidad tuya, no suya.

– Agradece cada pequeño gesto como si fuera algo excepcional y no como lo que tiene que ser.

– Entiende su ley del mínimo esfuerzo. Para ellos no es importante.

– Genera expectativas realistas sobre cómo y cuándo van a hacer las cosas que les pides.

– Siempre vas a tener que repetir las cosas. Repítelas con cariño y respeto.

– Ofrece intervalos de tiempo para hacer las cosas. No te muestres rígido/a.

– Refuerza sus acciones recordándole el inmenso valor que tienen para el resto del sistema.

Si quieres conocer más pautas al respecto, puedes hacerlo en el siguiente link.

Si, además, buscas un psicólogo especialista en adolescencia, te recomendamos los mejores psicólogos en Granada.

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