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Acompasamiento o sintonía emocional con los hijos

El acompasamiento o adquisición de sintonía emocional, es la virtud de comprender a una persona, acompañarla y guiarla desde el respeto. En relación con los hijos, esto se traduce en la comprensión de sus necesidades en cada etapa vital. Es así como podemos ofrecerle una crianza en la que como adultos sepamos cubrir sus necesidades fisiológicas y también emocionales.

Debemos ser conscientes de que somos nosotros como adultos quienes debemos construir seguridad en ellos y no al revés. Dicho de otro modo: ellos no nacieron para cumplir nuestras expectativas y deseos. No es a través de la exigencia de ciertas conductas que los adultos debemos sentirnos confiados y seguros. El acompasamiento o sintonía emocional parte del supuesto justamente contrario. Es decir, somos nosotros (los padres y madres) quienes debemos aportarles esa seguridad y confianza en su manera de estar en la vida. Sólo desde ahí, podremos construir límites, disciplina y un marco normativo sano y respetuoso para/con ellos.

Algunos consejos para lograr ese acmopasameinto con nuestors hijos:

Tu relación con tus hijos es vertical, no horizontal. No eres su amigo ni su enemigo. Tú estableces el liderazgo en vuestra relación, tú eres quien aporta seguridad y confianza, quien sostiene y calma los momentos difíciles, quien busca y gestiona los recursos, quien resuelve…

– El liderazgo si no es ecuánime, no es liderazgo. Para ser líder (diferente a jefe) es importante ser justo a la impartir tanto recursos, como privilegios como retirada de estos mismos. Los castigos desproporcionados, rígidos o injustificados generan todo lo contrario.

– Cambia los castigos por las consecuencias. Un castigo es algo que tú administras ante una acción concreta del otro. Por el contrario, una consecuencia es algo que la propia persona se administra, entendiendo que existe una relación directa entre sus decisiones y las reacciones derivas. Los castigos generan un locus de control externo, mientras que loas consecuencias lo hacen externos, haciendo que la persona se haga responsable de sus decisiones, para lo bueno y también lo malo.

– La educación no debería requerir el uso de la agresividad o violencia. La agresividad debería ser el último de los recursos del buen educador, hasta incluso no tener que usarlo nunca. Es lo que más desajusta entre personas, ya que genera miedo, resentimiento y huellas emocionales difíciles de borrar.

– Presta atención con todas tus fuerzas. Prestar atención significa estar presente, observar lo que nuestros hijos necesitan en cada momento de su vida. Además, tener presencia no es estar siempre disponibles, pero sí es ser siempre accesibles.

– Píllales siendo buenos. Si te esfuerzas por observar las buenas conductas y actitudes de tus hijos, por fuerza encontrarás muchos momentos en los que reforzarles positivamente.

– Genera profecías autocumplidas en positivo. Tu hijo es lo que tú le ayudes a creer que es. Dile que no puede lograrlo todo, pero sí muchas cosas y logrará mucho más de lo que crees. En este sentido: no le critiques gratuitamente, enséñale a respetarse; no le juzgues, esfuérzate por entenderle; no le recrimines, ayúdale a entender las cosas razonablemtne.

– Muéstrale incondicionalidad. Muéstrale que incluso en las peores decisiones tienes capacidad de comprender (que no es incompatible con el enfado, la tristeza, la firmeza o la disciplina) y que no vas abandonarle aunque cometa errores.

Todo ello genera una dinámica de acercamiento y no de alejamiento. Hace que seas el líder de tu casa y tu familia y no el jefe. Logra que te sigan, modelen e imiten por que te asumen como un referente. Así es que si no sientes que exista acompasamiento o sintonía emocional con tus hijos o en tu familia, tal vez estos psicólogos en Granada puedan ayudarte.

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